Como el silencio, para que deje de existir, hay que mencionarlo...

martes, 29 de noviembre de 2016

Pequeños placeres

Hoy fue uno de esos dias en que no me queria bajar del carro, despues de haber recorrido el camino a casa, despues de atravesar una carretera peligrosa, y sortear los juguetes que mis hijos aventaban mientras peleaban en el asiento trasero, justo un minuto antes de llegar a casa la radio empezo a tocar mi cancion favorita, esa que hace que todo se olvide, la que relaja mis musculos y me transporta a aquella epoca de escuela, ♫memoriiiiiaaaaaa, memoriiiiiiaaaa♪  came as you are, as a friend, as an old enemy♫♪.
no quise evitarlo, tenia que disfrutar los minutos restantes de la cancion, sin importar el desastre que estaba sucediendo en el asiento trasero ni lo frio de la noche; fue automatico, estacione el carro y simplemente me acome en el asiento para disfrutar.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Jugando con colores

Hay cosas que uno sabe, pero a veces, no se porque, uno no sabe que sabe, es difícil de explicar, lo se, y luego, pasa algo, alguien por la razón que se nos antoje mas conveniente menciona eso que uno sabe y algo sucede en nuestra mente, se mueve un interruptor y de pronto uno cae en cuenta de que eso ya lo sabia y empieza uno a pensar en ello, día y noche.

Cosa que me ha sucedido recientemente, la vida según mi yo, era blanco y negro, nada mas, por mas que los medios intentaban venderme la idea de al menos considerar diferentes tonos de grises, no podía asimilarlo así que ahí estaba yo, rodando en un mundo sin color; pues hace días, alguien menciono a mi lado "luces" "sombras" "tonalidades" "matices" y se activo el interruptor, voy caminando a donde sea que vaya, y voy tratando de identificar cada uno de los colores, tengo una fascinación especial por las nubes, he descubierto que no son blancas, todos los días miro al cielo y encuentro amarillos, azules y a veces violetas jugando, mezclándose entre si, algunos mas iluminados que otros, no importa, aquí no hay celos ni envidias, al que le toco un rayito de sol, que bueno, y al que no, también, igual siguen danzando en el cielo para regalarnos ese espectáculo maravilloso.

Amo la gama de colores de las nubes!

martes, 18 de octubre de 2016

Clutter!

Estamos haciendo remodelaciones en casa y como en cualquier otra remodelación hay que mover trikes de un lado para otro, sacar las cajas que estaban en el último rincón del closet y empezar a escombrar. Solo son dos habitaciones las que han sufrido cambios, y estos han sido mínimos y sin embargo la cantidad de cosas que hemos sacado nos sorprende.  ¿Dónde cabe tanta cosa? ¿Por qué tenemos todo esto guardado si no lo usamos?

Es sorprendente la cantidad de trikes que uno va guardando, que si el recuerdito, que si puede servir después, que este pantalón para cuando baje de peso, que este juguete para el siguiente bebe, patrañas! Nada de eso cumple su objetivo y simplemente se queda ahí, ocupando espacio y acumulando polvo.

De ahí que he caído en cuenta de que en casa tenemos dos problemas y muy serios, primero somos consumistas, nos gusta comprar, nos dejamos llevar por ofertas y propaganda llamativa, compramos cosas sin antes preguntarnos primero si realmente lo necesitamos o al menos si es que tenemos espacio para ese producto.

Segundo, tenemos apego por las cosas materiales, lo cual me da tristeza, ¿Cómo es posible que dejemos que estos trikes nos lleven a pleitos maritales, pleitos madre-hija o simplemente pleitos con uno mismo? No entiendo, estamos conscientes de que son cosas materiales, recuperables, y aun así hay un sentimiento de golpe en el estómago cada vez que hacemos depuración en casa.

Cada uno con sus cosas, mi esposo sus discos y ropa, mis hijos con sus juguetes y yo con mis libros, habiendo opciones digitales para evitar la acumulación y yo quiero seguir teniendo mis libros, ¿para qué!? Ya los leí, debería dejarlos para que alguien más los disfrute y sin embargo me duele solo de pensar en sacarlos de casa.

Y de nuevo regresamos a la propaganda y publicidad, uno ve en las películas casas tan bonitas, con tanta cosa bien ordenada, algunas con unas bibliotecas hermosas y a uno se le antoja algo así, y ¿como no? Si ahí mismo existe la publicidad tacita, o sea sin ánimo de vender específicamente libros pero si mostrando un ideal de hogar que a cualquiera se le antoja.  No, no, no necesitamos tanta cosa, algo de ropa, comida suficiente, casa y educación, es lo mínimo necesario, ¿Por qué nos aferramos a acumular cosas? 

Entiendo que descendemos de una generación donde la escasez era el punto débil, pero ya no, hemos superado esa situación, ahora tenemos mucho de donde escoger a la hora de obtener bienes, y con tantas opciones uno siempre esta en el dilema, y si puedo tener mas, ¿Por qué no?
"Pues porque no se necesita", debería ser la respuesta, pero estamos con un ligero trauma, siempre queremos prever el futuro y tener un guardado extra “en caso de”,  pues esos guardados son los que nos van llevando, de a poquito, a tener exceso de trikes en casa.

Otro punto a considerar es el estatus, el tener X o Y cantidad de ciertos objetos te da un estatus y uno lo quiere alcanzar, ¿Por qué o para qué? No lo sé, nuestro ego necesita ser alimentado y estamos desesperados por no dejarlo morir, cuando las prioridades deberían ser otras.

Cada vez veo más casas llenas de trikes y menos hogares felices, los niños tienen tantos juguetes (incluyendo mis hijos) que ya no es divertido ni emocionante jugar con ellos, al contrario, es agobiante, he notado en mis críos, que nomás ver el closet lleno mejor lo cierran y se van a jugar ellos solitos, creando historias, inventándose personajes, la emoción de los juguetes es mas de nosotros los adultos que  de ellos.

Lo mismo pasa con la ropa, es frustrante en las mañanas ver un closet lleno de ropa y simplemente decir “no tengo que ponerme” y todo  ¿por qué? Pues porque no hemos sacado la que no nos queda o no nos gusta para dejar a la vista la que si usamos, esa que de pronto queda escondida entre una blusa ochentera y un pantalón talla 2 que estoy segura jamás usaré de nuevo.

Estoy cansada, si, no por algún esfuerzo físico, mi mente está cansada y necesita oxígeno, pero con tanto trike ¿pues cómo?

Necesito aprovechar esta oportunidad, ahora que hemos movido todo de lugar y sacar al menos la mitad de cosas que tenemos, todo lo que no usamos, todo lo que no sirve, todo lo que no tiene un espacio definido va pa’ fuera.

Sera una catarsis lo sé, serán días de pleitos y arrebatos, pero no quiero pensar en la tormenta, prefiero ver más allá y anticiparme al arcoíris que llega después. 


Ya les contare como fué…

jueves, 13 de octubre de 2016

Todos los miércoles al salir de mi clase y a veces después de algún evento "culturoso" que sigue a la clase y a donde regularmente nos invitan con entrada gratis con tal de llenar las butacas del lugar, sigo la misma ruta.  Ya es de noche cuando comienzo el trayecto, y, para sorpresa de muchos es uno de los momentos que mas disfruto, es donde mi mente se deja llevar y solita empieza a crear mundos, personajes, historias, esos veinte o treinta minutos que tengo de soledad, son mi escapatoria, y todavía algunos me preguntan: ¿que tiene de especial conducir? mentes cerradas sin aprecio por los pequeños detalles.

Bueno, como les decía, todos los miércoles, al llegar a mi barrio paso por la misma calle, no importa si voy directo o si tengo que hacer alguna parada en la tienda de la esquina para comprar algunos víveres, es una calle divida por un canal pluvial, al que en secreto siempre he tenido miedo de caer, en esa calle, en la acera derecha, justo en el segundo alto, enfrente del parque, ahí en ese punto especifico, he visto a la misma mujer durante los últimos tres o cuatro (que se yo) miércoles, con la misma ropa, con el mismo peinado, con el mismo maquillaje, a la misma hora y con la misma actitud pintada en el rostro, ¿a donde se dirige o a quien espera esa mujer a esa hora del miércoles? ¿que tiene de especial ese día? Porque he pasado por ahí diferentes días pero a la misma hora y Sara (así la he bautizado) solo esta en ese punto los miércoles a las 10 p.m.

¿Que tienen de especial los miércoles?

Ayer me perdí, al menos eso creo que paso, recuerdo a medias que caminaba con la mochila a cuestas, era temprano y sin embargo mis pies gritaban que no podían mas, mire a la orilla del camino un lugar donde descansar, una fuente de agua y una sombra, sonreí.

Me recosté sobre la tierra, así tal cual, sin cobija ni esterilla ni nada que evitara el contacto directo, fue lo mejor que pude haber hecho, el fresco de la tierra relajo mi espalda y ayudo con el dolor de cabeza, cerré mis ojos, algo de luz alcanzaba a pasar la barrera que mis parpados trataban de imponer, trate de seguir la danza de las siluetas y no supe mas de mi.
Supongo que pasaron al menos un par de horas, no lo se, un golpe en mi pierna me despertó, el bastón de un peregrino se tropezó conmigo... Solo era mi marido.

-Despierta ya son las seis, quiero unos huevos para el desayuno.

Simplemente me dedique a disfrutar del recuerdo de ese sueño y durante el resto del día me pregunte, ¿que hubiera pasado si...?
¿Me tienes en tus manos, qué vas a hacer?

jueves, 29 de septiembre de 2016

Hortensia

Hortensia la hormiga, caminaba solita en el salón, un salón de clases para humanos, por lo tanto, proporcionalmente enorme para ella, parecía perdida, caminaba y caminaba sin rumbo fijo. Después de un ratito se encontró con dos hormigas amigas, andaban igual de perdidas también.
-Hortensia! Hortensia! ¿Cómo salimos de aquí?
-No lo sé, no veo la salida, ¿y si buscamos juntas? fue la propuesta de la hormiguita.
-Busquemos!
Y caminaron por todo el salón, formando círculos y otras figuras extrañas mientras veían solo paredes enormes y sentían el cemento del piso frío en sus patitas. Después de tanta vuelta entraron los alumnos al salón, fue algo inesperado, Hortensia y sus amiguitas corrieron en diferentes direcciones en un intento desenfrenado por esconderse y protegerse, se alejaron, se perdieron de vista y Hortensia comenzó a llamarles, ninguna respondió.
Cuando los alumnos tomaron sus lugares, Hortensia con el peso de la preocupación sobre su cabeza y hombros, emprendió la búsqueda, pasaron unos minutos, llego a una de las grietas en el piso y ahí, en el fondo se encontraba Francisca, una de las dos amiguitas, yacía con sus patitas hacia el cielo, inmóvil, fría al tacto, una lagrima y unos cuantos suspiros se le escaparon a Hortensia, su amiga se había ido, ahora tenia que dejarla cumplir su parte del ciclo, le tocaba a Francisca ser nutriente para otros animalitos que necesitaran de ella.
Continuó el camino, gritando el nombre de su otra amiguita perdida, Lupita, la mas pequeña del grupo, de quien siempre se había sentido responsable, la que sin motivo ni razón había despertado su instinto maternal, Lupita no aparecía, en su desesperación, Hortensia decidió aventurarse y subir a una de las mesas, después de un largo esfuerzo llego a la cima y entre lapices y hojas comenzó de nuevo la búsqueda.
-Lupita! Lupita!  gritaba ya casi sin esperanza.
No había ninguna señal de su pequeña amiga.
Se dio por vencida, el llanto la abrumo, en un segundo se detuvo todo, quiso avanzar a su siguiente fase, quiso valerse por si misma, pero no sabia por donde empezar, estaba sola, perdida, sin comida, ni amigas ni nada que pudiera ayudarle a sobrevivir, nada, excepto su determinación a no dejarse morir. 
A lo lejos miro que uno de los estudiantes había comido algunas galletas y afortunadamente las migajas estaban sobre la mesa, se acerco con cautela, tomo la primera y con mucho cuidado y esfuerzo a la vez, la llevo a la parte de abajo, cerca de una de las patas de la mesa, donde consideró podría estar segura hasta el ultimo segundo.
Regreso y tomo otra migaja, repitiendo la operación con la cautela necesaria para no morir bajo el libro o teléfono de alguno de los alumnos, lo hizo tantas veces que después de un rato, había debajo de la mesa un bultito visible ya de migajas.
Hortensia se sintió satisfecha, ahora tenia comida, pero que pasaría con sus amigos, ¿Como la encontrarían?
Pues nada, no podía hacer nada mas, tenia que continuar con su vida, comía, respiraba, vivía, a primera vista no le faltaba nada, sus necesidades básicas estaban cubiertas, pero se sentía sola, estaba sola! y esa sensación la mantenía despierta, no podía hacer nada para evitar esa pesadumbre, esta sola, rodeada de humanos, ninguno la notaba, ninguno jugaba con ella, era al revés, era ella la que vivía al pendiente de sus movimientos solo por sobrevivir entre estos gigantes, que dicho sea de paso, hacían todo menos poner atención a la platica de su maestro.
Y así transcurrió una indescifrable cantidad de tiempo, de hecho se había olvidado de como medir el tiempo así que en realidad no sabia si habían pasado unas horas, días o minutos.
De pronto se topó con un espejo, una alumna lo había dejado por ahí intentando evitar que el maestro se diera cuenta de que lo usaba durante su clase, Hortensia vio su reflejo y no pudo creer cuanto había cambiado, sus antenas iban en picada, sus ojos se veían tristes y ningún esfuerzo por sonreír podía ocultarlo, su piel había empezado a tomar un tono mas pálido por la falta de luz solar, había sido un cambio radical, no era ella, era un versión vieja de ella, se alejó rápidamente del espejo y buscó su lugar favorito junto al montón de migajas, se comió un pedacito con sabor a chocolate y se sentó a esperar, no sabia que esperaba, solo sabia que tenia que esperar.
Sonó el timbre que indicaba el final de la clase, todos los alumnos salieron y Hortensia entre el ajetreo no se inmutó, estaba cansada, dolida físicamente, se limito a quedarse en su rinconcito, mirando como los gigantes se alejaban, en grupos algunos, otros se iban solos, el maestro fue el ultimo en salir, Hortensia suspiro, se relajo, dejo escapar esa culpa que la mantenía encorvada, la culpa por haber perdido a su amiga, por no haber buscado mas tiempo, por no poder hacer nada mas.
Cuando el maestro apago la luz, Hortensia cerró los ojos, al escuchar que la puerta se cerraba detrás del maestro ella, simplemente exhalo y por fin descansó en paz.